El juego del equipo, en ataque, le permite soñar, pero se descose por sus propios errores. El gol de Akieme le da al Almería ventaja, pero el equipo se ve empujado a encerrarse, gestionando mal las contras y desaprovechando ocasiones, que también es cierto que el portero rival y la defensa juegan, pero no hay capacidad de reacción después del 2-1. El primero de penalti, por un error en defensa de alguien que abrió el partido a favor, Alejandro Pozo. El segundo, tras un centro de Bryan Gil desde la izquierda que remató Lamela ganándole la posición a Centelles. Luego, con un Sevilla con más dudas que nunca, el equipo rojiblanco no fue capaz de encontrar las acciones, de tener ideas, para vivir.